Un clásico manchado con sangre

Más allá del resultado del sábado anterior de 1-0 a favor del Aguila en el clásico nacional frente al Alianza, lo más destacable, sin duda alguna, fue el "trancazo" que el arquero albo, Juan Carlos Mosquera, le propinó al brasileño Leandro Franco. Mínimo, 6 semanas fuera para este jugador que estaba, de a poco entrando, en el ritmo aguilucho. No pudo debutar mejor en el nido aguilucho, un gol a los treinta segundos de haber entrado fue suficiente para que se echara al bolsillo a la exigente afición aguilucha.
Las imágenes vistas por tv, del tremendo golpe, dejan a cualquiera helado, y más, si luego se ven las imágenes de este jugador en el hospital derramando lágrimas de dolor, impotencia, o lo que sea. Ojalá y se siente un precedente ante acciones como estas. Si fue intencional, solo Mosquera lo sabe, pero que quede solo para el recuerdo sería imperdonable.

Para reflexionar
Si no bastaba con el trágico suceso de Mosquera sobre Leandro, Benji Villalobos también puso más drama al encuentro. Luego de la anotación de Oliveira, la afición lanzó sus bengalas y el exagerado humo que se pudo ver afectó las vías respiratorias del novel portero aguilucho, intoxicándolo y mandándolo al hospital, no sin antes convulsionar y dejar en un hilo el alma de todos los que estaban en el estadio y los que lo vimos popr televisión. ¿Y no que la pólvora estaba prohibida en los estadios?¿Ya se nos olvidó al aficionado albo que murió a causa de la pólvora? ¿Dónde están las autoridades? Que sean estos sucesos del sábado un motivo para reflexionar. Por cierto, el Águila sigue invicto y en primer lugar, pero esto pasa a segundo plano esta jornada.

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