
Cuánta gente no estaría feliz si no existieran estos artefactos que año con año enlutan a muchos salvadoreños y que, sobre todo, causan dolor en los más pequeños. Hoy saldrán los mismo de siempre diciendo que hay que regular más, que hay que hacer esto o aquello, cuando en realidad se debería de prohibir de una vez esta práctica tonta de quemar el dinero que se gana con mucho esfuerzo en tan poco tiempo.
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